Llamamos laberintitis a la inflamación del laberinto y de los nervios del oído interno en la que el vértigo es su síntoma más común. Normalmente la laberintitis aparece tras un proceso de infección vírico o bacteriano como, por ejemplo, unas paperas, una gripe o un resfriado. Otras causas de esta patología pueden ser enfermedades como un tumor, lesiones en la cabeza o incluso algunos medicamentos que resulten nocivos para el laberinto.
Esta patología auditiva se manifiesta en una irritación e hinchazón del oído interno. También puede tratarse de un proceso del oído medio que se extiende hasta el interno. De cualquier forma, contraer una laberintitis puede ser altamente perjudicial para nuestra salud auditiva, dado que esta enfermedad es capaz de causarnos disfunciones graves de la audición.
Hay que tener en cuenta la importancia del oído interno en nuestro sistema auditivo y en nuestro equilibrio. Por ello, al irritarse e hincharse puede producir una hipoacusia irreversible. En ese caso, los expertos en audición aconsejan el uso de audífonos, que son hoy por hoy las herramientas más eficaces para superar la sordera.
En cuanto a sus síntomas, el vértigo es sin duda el más habitual, aunque también puede manifestarse tinnitus o acúfeno, piel pálida y sudorosa o un movimiento anormalmente rápido de los ojos. Si no se trata correctamente, la infección que provoca la laberintitis podría empeorar, derivando posiblemente en una pérdida auditiva. Llegados a este caso se recomienda el uso de audífonos.
Este trastorno auditivo, además de afectar al laberinto, también afecta a los nervios del oído interno sobre todo a raíz de sufrir infecciones víricas, lesiones o determinadas enfermedades. Esta irritación e hinchazón del oído interno también puede provocar pérdida de audición leve o moderada y su duración suele oscilar entre varios días o semanas.